Cada respiración es un milagro, y cada momento es un regalo. A menudo nos apresuramos por la vida y olvidamos la belleza que nos rodea; el cielo, la quietud, el sonido del agua. Estas son invitaciones sagradas a detenernos y apreciar. Inhala gracia y permite que lo ordinario te recuerde lo extraordinario. Estás vivo y eres parte de algo mucho más grande.
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