Los últimos días han revelado una dura verdad: las personas profundamente crueles no son raras ni marginales. Celebran la muerte y la malicia, y están en todas partes: en tu salón local, en la escuela primaria, en la biblioteca o en la liga de béisbol. Esto no se trata solo de creencias diferentes, refleja una profunda decadencia moral en muchos. Demasiadas personas se negaron a creerlo.