Las fases del mercado como esta exponen un simple defecto de comportamiento: la mayoría de los inversores son impulsados por la dopamina, no por la disciplina. Así que siguen forzando operaciones a corto plazo solo para sentirse activos y tener la sensación de estar en control. La ironía es que unas pocas apuestas concentradas y de alta convicción a largo plazo harán más que mil movimientos reactivos jamás podrían. La paciencia y la convicción se acumulan. La dopamina no lo hará.