Lo que es irónico es que Japón en realidad no tiene una inflación subyacente alta; sin embargo, los precios del arroz se han disparado, lo que ha sesgado las expectativas de inflación en toda la población, ya que el arroz es un componente enorme de la cesta general del IPC. Mientras tanto, el Banco de Japón se esfuerza por contener la inflación, que se ha desplomado sin alimentos, con los salarios reales cerca de mínimos históricos, y está endureciendo las condiciones subiendo las tasas a pesar de que no tiene ningún control sobre la inflación de los alimentos. Sin embargo, como subproducto de sus políticas monetarias y la fortaleza del yen, el mercado de bonos se está desplomando todos los días, y pronto este desplome de los bonos se extenderá a los bancos de Japón y a los mercados mundiales, provocando una crisis mundial. En resumen: Japón desencadenará la próxima crisis financiera porque los japoneses son ahora agricultores pobres.