Etiquetar a individuos como "narcoterroristas" sin pruebas solo para abrir la puerta a la fuerza letal no es una política legítima; es una fantasía peligrosa. Elude el debido proceso, destruye los límites constitucionales y empuja a Estados Unidos hacia otra guerra extranjera innecesaria. Nuestras decisiones de seguridad nacional deben basarse en hechos y regirse por la ley, no por el teatro político. Cualquier cosa menos pone en peligro nuestros valores y a nuestras tropas.