En 2005, las herramientas de analítica ofrecían cifras que parecían precisas y noticias que se rompían en cuanto mirabas la página. Fue entonces cuando la dirección de Crazy Egg se hizo evidente. En aquel entonces, todos los productos de analítica se comportaban igual. Si una página tenía dos enlaces que apuntaban al mismo destino, la superposición del sitio los combinaba. Si el enlace superior obtenía quince clics y el inferior cinco, la superposición etiquetaba ambos con veinte. Viste un cuadro bonito que decía "20 clics" flotando sobre cada enlace. No importaba dónde hiciera clic el visitante. Solo importaba dónde acabara el visitante. Viste el número total de clics a la siguiente página. No podías ver qué elemento realmente hacía el trabajo. La superposición parecía precisa. No lo era. Colapsó un comportamiento que no tenía nada en común. Borró la intención. Borró el contexto. Borró la verdad que vivía en la página. Esa desconexión me molestó más de lo que esperaba. Los visitantes se reproducían en una sola planta. Los análisis mostraron otro. La industria trató esas superposiciones como verdad real. No lo eran. Crazy Egg empezó con esa incomodidad. Decidimos reconstruir la vista desde la página hacia fuera. La primera versión era sencilla. Muestra cada clic. Enlaces, no enlaces, clics en imágenes, clics en botones, clics en campos de formulario. Si un visitante intentaba interactuar con la pantalla, aparecía. Entonces surgió una pequeña idea que cambió la forma en que veíamos la página. "¿Y si coloreamos toda la página según la actividad?" Esa pregunta produjo el primer mapa de calor. En el momento en que lo vimos, el punto ciego se convirtió en una imagen. Zonas calientes donde la atención se acumulaba. Zonas frías donde el contenido murió. La rabia hace clic en elementos que no hicieron nada. Los diseñadores lo entendían en segundos. Los fundadores podían sentir dónde la página luchaba contra el visitante. El mapa de calor hacía que el comportamiento fuera inconfundible porque tus ojos hacían el trabajo. Se manifestó como lo hacen los auténticos avances. En silencio, luego todo de golpe. Después de eso, nadie quiso volver a la antigua visión. Los diseñadores empezaron a enviar capturas de pantalla de mapas de calor a los clientes. Las comunidades los repartieron. El producto se difundió porque finalmente mostró el comportamiento que todos llevaban años sospechando. Mirando atrás, el patrón es evidente. Un producto dominante crea un punto ciego. El punto ciego se convierte en una suposición. Una vez que alguien lo nombra y lo muestra, la solución parece inevitable. El equipo que lo revela se gana la confianza. Ese patrón sigue impulsando la construcción de productos en 2025. ...