La dura verdad sobre los pagos La mayoría de los nuevos métodos de pago fallan porque tratan los pagos como un producto. Los pagos son infraestructura. La infraestructura se escala en diferentes términos. A los consumidores les gustaban las billeteras con ricos incentivos. A los comerciantes les gustaba la idea de rieles más baratos. Sin embargo, muchos métodos de pago que prometían estos resultados fracasaron. "Me gusta" simplemente no es suficiente. Los métodos de pago que escalan pasan a un segundo plano. Las tarjetas tuvieron éxito porque se convirtieron en el protocolo ambiental del comercio. La gente simplemente confía en ellos para trabajar. Sin preguntas. La fricción también se malinterpreta. La mayor parte de la fricción es fatal: los comerciantes no cambiarán de plataforma para obtener ganancias marginales y los consumidores no abandonarán la conveniencia. Pero a veces la fricción es transformadora. Dolor único que conduce a un cambio permanente. He visto muchos ejemplos de ambos. La verdadera historia de los pagos no son los productos que ganan clientes, sino la infraestructura que reemplaza a la infraestructura. Y ese trabajo tiene más que ver con la plomería que con el marketing. La próxima década se dividirá en dos vías. Uno optimizará los rieles existentes, intentará arreglar lo que está roto y defenderá la acción. El otro intentará un recableado completo de los pagos tal como los conocemos. Casi todo lo demás resultará irrelevante y de corta duración. La pregunta difícil es si, en diez años, el comercio seguirá funcionando con versiones mejoradas de los rieles actuales o con algo completamente nuevo que aún no reconocemos como pagos en absoluto.